Milagro

Los guantes existen para tocar con gracia las cosas que nos dan asco. Te dan la enhorabuena por aguantar tu cara blanca, el cuenquito vacío lleno de moscas muertas. Mantener el tipo y buena cara. La experiencia del asco es el nuevo síndrome de Stendhal: admirar un cuenco vacío lleno de moscas muertas. Es un honor y un consuelo vivir y acercarse a una persona en este estado, tan impoluta en sus formas, tan llena de vida en sus gestos. Se levanta para desayunar pronto y así desconectar por completo de su relación con los sueños (con la comida, llenamos el estómago y desechamos el contenido onírico), se pone camisa con corbata y el jersey más elegante del ropero vintage que se ha construído con barras del ikea y cajas de plástico de su última mudanza. Usa Musk de Jovan, una colonia de menos de diez euros que simula un perfume de alta gama. Un perfume es casi eterno, da el pego en el armario más de una semana. Una colonia dura poco, lo mismo que la catársis del entusiasmo.

“A nadie le deberían dar la enhorabuena por aguantar tanto” piensa mientras se come el último caramelo. Es, el entusiasmo, el peor de los rostros, y su belleza desaparece justo en el momento en el que empieza la caída libre. Una espera romperse y al final no es para tanto. La elegancia es cosa de listos, leía en la portada de un libro. Una espera una segunda línea, una mueca, una arruga, algo de descanso. Quince minutos sola en un despacho, pensando “es hora de romper este cuenco gigante pedazo de mierda. Es la hora y estás dispuesta a hacerlo”

Pero la magia del entusiasmo, así como de los procesos catalíticos de toda reacción que no cede en potencia, es que se renueva a sí mismo. Es un traidor en sus formas, es lo Mismo pero Distinto. Sales del despacho con una sonrisa y el orgullo de alguien que cree haber vencido. Sales y la gloria es tuya, porque además de estar enferma estás terriblemente guapa y como en la canción de tu estrella de pop favorita, no sabes ni qué hacer con tanta belleza. Tocas el mundo que desprecias con guantes nuevos.

Pasan las horas. Es de noche, entras en casa, te metes en tu cuarto. Sorprendentemente, Musk de Jovan sigue actuando.

En el espejo ves una pequeña grieta

A ese espacio, es lo que denominamos milagro.

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